Una de las preguntas con la que nos encontramos habitualmente en nuestros proyectos, es la de si es mejor la instalación de un proyector o una TV.
Un importante aspecto a destacar ante esta tesitura, es que en la mayoría de los casos, no es una solución excluyente sino complementaria. Además, la respuesta está condicionada a varios factores, los cuales vamos a tratar de resumir en 5 puntos fundamentales.
Uso: la primera variable a tener en cuenta es el uso principal que se le va a dar a la solución, ya que si lo que prima es la proyección de películas, sin duda un proyector ofrece una experiencia mucho más completa. Por otro lado, si los contenidos son en su mayoría televisivos (noticias, programas de TV, etc.) una TV se adaptará mejor a estas circunstancias. En resumen, un proyector está más orientado a buscar una sensación de “cine en casa”, mientras que una TV nos ofrece una comodidad mayor para contenidos del «día a día».
Espacio: es importante tener en cuenta el espacio de la habitación donde se vaya a instalar, ya que si no es posible gozar de un espacio amplio con suficiente distancia, un proyector puede dar una sensación demasiado agobiante para el espectador.
Mantenimiento: se debe tener en cuenta que el mantenimiento de un proyector siempre es mayor que el de una TV, la cual no depende de reposiciones y cambios de lámparas, por ejemplo.
Precio: a partir de unas 50” pulgadas, el precio de un proyector respecto a una TV comienza a equipararse. Este aspecto es importante a tener en cuenta si el precio es uno de los puntos importantes en la elección.
Sonido: es también vital estudiar la capacidad de complementar la sala con un buen equipo de sonido. En el caso de un proyector, es necesario para conseguir una sensación más completa. Es interesante por lo tanto comprobar si es factible implementar un equipo de sonido complementario al proyector antes de tomar la decisión.
Explicado todo esto, y aunque de manera muy resumida, podemos llegar a la conclusión de que siempre que sea posible, lo ideal es complementar una sala de TV convencional con un equipo de proyector más pantalla para experiencias más concretas, las cuales no vamos a poder conseguir con una TV. Para ello, se pueden adoptar soluciones más completas, como por ejemplo ocultar en techo tanto la pantalla como el proyector en los casos donde no se esté utilizando.